Publicado en la revista El Ojo del Músico - Diciembre 2006 - por Daniel Luiggi, Luthier.
Suele pensarse que la distinción entre una guitarra artesanal y una que no lo es estriba en la utilización de máquinas durante el proceso de construcción de la misma. Esta opinión es aproximada pero no exacta: debe comprenderse que la guitarra como producto tecnológico no solo admite sino que además requiere del uso de máquinas para alcanzar cierto grado de perfección. El luthier puede comprender rápidamente esto, dejando de lado su prejuicio contra la utilización de máquinas que, por otra parte, solo se distinguen de las herramientas manuales por basarse en principios electromagnéticos (es decir, en nada). Vale entonces la pregunta: ¿por qué una guitarra de fábrica no supera a una guitarra de luthier, sino todo lo contrario? La respuesta depende de las siguientes razones, claramente entendibles.
Cuando nos referimos a una guitarra de fábrica, hablamos de un método o proceso de construcción del instrumento según el cual las piezas se desarrollan mediante moldes o matrices genéricas. Esto permite aumentar la cantidad de producción reduciendo al mínimo el tiempo de trabajo humano invertido por instrumento.
Sin embargo, la guitarra de concierto presenta la siguiente dificultad para ser matrizada: consta de una extrema diversidad de piezas diferentes, cuya complejidad es muy difícil de reducir al funcionamiento autónomo de una máquina. Por otra parte, muchas de estas máquinas son costosísimas (como una lijadora de contacto con precisión decimilimétrica para las tapas), lo que hace que desde un punto de vista económico no se justifique su adquisición. Desde luego, una semejante inversión en maquinarias solo se justifica para una producción masiva; pero la guitarra de concierto no es un producto de consumo masivo sino todo lo contrario, un mínimo porcentaje de las guitarras que se venden son guitarras de concierto. Asimismo, el solo tiempo que lleva la puesta a punto de una maquina se transforma en una ecuación desfavorable si no se produce una cantidad que lo justifique.
Pero además de esto, existe un factor de mayor importancia aún, que resulta determinante de la calidad final de la guitarra. Las máquinas y matrices suelen funcionar en base a un número limitado de variables, con lo cual no contemplan las diferencias sustanciales que puedan existir en la materia prima. En este aspecto, la madera maciza es muy particular. La materia prima para construir una guitarra de estudio o de medio concierto es genérica, consiste en materiales sintetizados industrialmente como los terciados o los laminados, cuyas propiedades son siempre iguales. Así, a una misma materia prima se aplica un mismo proceso de transformación y se obtiene una misma calidad de guitarra.
Pero en el caso de la madera maciza, esta variable es casi irreductible a una norma. Los árboles presentan enorme variedad de características, no solo si provienen de territorios diferentes o si fueron talados en diferentes épocas del año; dos árboles que crecen uno al lado de otro presentan muchas veces grandes diferencias en la formación de su estructura y fibras, y por lo tanto, en sus propiedades físico-mecánicas. Si se aplica entonces, sobre estas materias primas diferentes, iguales procesos de fabricación, se obtienen instrumentos de calidades diferentes, y muy rara vez óptimas.
El luthier, en cambio, durante el proceso de construcción de la guitarra observa minuciosamente la madera particular con que le toca trabajar en cada caso. En base a esta observación, puede decidir si corresponde modificar los espesores de las maderas o sus sistemas de espinetas y refuerzos, etc., con vistas a favorecer la producción de determinados armónicos y la obtención de determinada sonoridad. A su vez, durante todo el proceso de construcción, el luthier contrasta sus decisiones observando los resultados de lo que ha hecho hasta el momento, lo cual influye de manera fundamental en como ha de continuar la construcción.
Como resultado de este proceso, se obtiene un instrumento cuya calidad es muy superior, pero cuyo precio también, generalmente, lo es. Esto es comprensible, puesto que el tiempo de trabajo invertido en el instrumento (aún cuando los costos de materiales puedan ser similares en ambos casos) es mucho mayor en el caso de la guitarra de luthier que en la guitarra de fábrica.
Extraído de http://www.luiggiluthier.com.ar/ , gentileza de Daniel Luiggi.-
miércoles, 30 de enero de 2008
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